El tiempo, ese narrador incansable de la vida, nos revela las verdades más íntimas sobre nosotros y sobre aquellos que nos rodean. A medida que avanzamos por el sendero de la existencia, aprendemos a discernir con mayor claridad quiénes son los faros que iluminan nuestro camino y quiénes son las sombras que intentan oscurecerlo. Quiénes son las voces que nos inspiran a volar alto y quiénes son los pesos que nos atan a la tierra.
Una de las epifanías más transformadoras que he experimentado a lo largo de mi viaje es la comprensión profunda de la importancia vital de rodearme de almas afines, de personas que irradien una energía positiva y constructiva. Cuando cultivamos un jardín de amistades y relaciones impregnado de optimismo y alegría, la vida se transforma en una sinfonía de posibilidades. Los problemas, que antes se alzaban como montañas infranqueables, se convierten en colinas que podemos escalar con determinación. Las dificultades, que nos paralizaban con su magnitud, se transforman en desafíos estimulantes que nos impulsan a crecer. Y las alegrías, que antes eran destellos fugaces, se intensifican y se convierten en recuerdos imborrables que atesoramos en el corazón.
Es fundamental comprender que la energía de las personas con las que elegimos compartir nuestro tiempo tiene un impacto profundo y duradero en nuestra propia energía, en nuestra perspectiva, en nuestra forma de percibir el mundo. La positividad es una fuerza contagiosa, una chispa que enciende la llama de la esperanza y la motivación en nuestro interior. La negatividad, por otro lado, es un lastre que nos hunde en la desesperanza y el pesimismo, que nos roba la alegría y nos aleja de nuestro potencial.
Por eso, es esencial elegir con discernimiento a las personas que permitimos entrar en nuestro círculo íntimo, en ese espacio sagrado donde compartimos nuestros sueños, nuestros miedos y nuestras vulnerabilidades. No se trata de excluir a aquellos que atraviesan momentos difíciles, sino de rodearnos de aquellos que, a pesar de los desafíos, eligen sonreír, que contagian su buena vibra, que nos inspiran a ser la mejor versión de nosotros mismos.
Mis queridos estudiantes, quiero que recuerden que ustedes son los arquitectos de su propio bienestar, los creadores de su propia realidad. No permitan que la negatividad de otros contamine su energía, ni que el pesimismo ajeno opaque su brillo interior. Cultiven relaciones que los nutran, que los inspiren, que los hagan sentir amados y aceptados tal como son. Recuerden, ustedes merecen rodearse de personas que eleven su espíritu y los impulsen a alcanzar sus sueños más anhelados.
¿Qué paso concreto darás hoy para cultivar relaciones positivas en tu vida, para construir ese jardín de almas afines que te permitirá florecer en plenitud?
Libro recomendado: Descubre tu Ikigai
Emir Persi | Escritor | Mentor de Autores & Propósito
Guio a autores a terminar sus libros, a jóvenes a descubrir su vocación y a los adultos a encontrar su propósito de vida.
¿Estás listo/a para un cambio transformador? Contáctame y asegura tu sesión hoy mismo +5492227516272